El creciente aumento de la población mundial y la incorporación de millones de personas a la clase media es un proceso que trae consigo un cambio de dieta, algo que suele impactar directamente en los alimentos de origen animal como son los productos cárnicos y los lácteos.
La nueva clase media asiática, y sobre todo la de China, tienen un impacto directo en el mercado mundial de alimentos y de materias primas. Hace tiempo ya escribí por aquí sobre el impacto de China en el sector lácteo mundial, donde destaca por ejemplo el negocio de las leches infantiles y sus repercusiones, tanto en China como a escala global.
El desarrollo económico de China lleva parejo que una parte de su población haya ido pasando de una dieta basada en arroz y verduras a otra que demanda más cantidad proteíca, asociada generalmente a la mayor ingesta de productos cárnicos.
Debido al tamaño de China, esto trae consigo diversas turbulencias en los mercados internacionales y en los agronegocios relacionados con el sector cárnico y la alimentación animal. China realiza importaciones de productos cárnicos, materias primas, maquinaría agroindustrial y diversas tecnologías del sector que pueden ir desde genética a instalaciones para las granjas, pero también realiza compras estratégicas de empresas a escala global.
China necesita importar materias primas para alimentar a sus animales: trigo, maíz, cebada y soja, son algunos de los principales ingredientes usados en las raciones alimenticias para animales. Para ver un ejemplo significativo, a día de hoy, China importa la mitad de la soja que se consume en el mundo, principalmente de Brasil, Argentina y Estados Unidos. En el mercado de cereales China ha ido creando grupos empresariales (generalmente con el apoyo implicito del gobierno) como COFCO y New Hope Group y posicionándose poco a poco para poder competir con las cuatro grandes mega-corporaciones globales agrícolas, las llamadas ABCD (ADM, Bunge, Cargill y Louis-Dreyfuss.
En el mercado cárnico, China pasó hace años a los titulares en los medios de comunicación de medio mundo al realizar la mayor compra hasta la fecha de una empresa estadounidense: Smithfield Foods, por el hasta entonces deconocido grupo chino Shuanghui, que luego pasaría a llamarse grupo WH. Otras diversas empresas cárnicas chinas también se posicionan cada vez más en la escala global para competir con gigantes cárnicos como pueden ser Tyson Foods, Brasil Foods, Marfrig Foods ,JBS Foods, OSI Group, Vion Food Group o Keystone Foods.
Hay que decir que en China, el consumo de carne viene muy centrado históricamente por el porcino, destacando datos como que en el año 1990 del total de la carne consumida en China, era un 82% de cerdo, y que ese % ha disminuido en los últimos años, con un aumento en el consumo de otros tipos de carnes. En los últimos veinte años, se ha duplicado el consumo de productos cárnicos de pollo (del 9% en 1990 al 16% en el año 2011) y en vacuno (de un 4% a un 8% en el mismo periodo). No obstante, el consumo de cerdo sigue siendo mayoritario en China, y supone más de la mitad de toda la carne consumida.
Además de la propia cabaña ganadera local e importada (principalemente en porcino, vacuno y avícola) hay que contar con la enorme demanda de alimentación animal requerida para alimentar a tantos millones de animales. China tiene un gran problema, y es que pese a contar con 1300 millones de habitantes, sus tierras de cultivo son solamente el 12% de su territorio, en contrapartida por ejemplo a otro país emergente como India que tiene cultivable un 53% de su territorio.
En los últimos años, y aunque no es un proceso sencillo ni rápido, China intenta a marchas forzadas dejar atrás algunos de los mayores problemas de su cadena agrícola: pobres rendimientos de cultivo, escasez de tecnificación agrícola y deficientes manejos de explotaciones. Como ocurre en China en tantos otros sectores, el gobierno trata que la transición sea lo más rápida posible.
Como cité anteriormente, ya empiezan a florecer grandes conglomerados agroindustriales chinos que tratan de rivalizar con las grandes corporaciones internacionales. Entre medias, la transformación de las zonas rurales y la creación de mega-explotaciones (cárnicas y lácteas) tiene todavía muchos interrogantes.
China tiene también otros problemas asociadados a la producción cárnica y a la alimentación animal: contaminación de suelos y acuíferos, gestión de residuos como purines, uso masivo y poco regulado de antibióticos, escándalos constantes de seguridad alimentaria y deficiente mantenimiento de la cadena de frío.
El riesgo de epidemias y pandemias relacionadas con enfermedades provinientes de animales es alta en China y puede tener un impacto global: Gripe aviar, enfermedades porcinas o los problemas asociados a una alta resistencia a antibióticos son problemas que no hay que tomarse a la ligera y que pueden llegar a afectar al ser humano.
Estoy seguro de que en los próximos años seguiremos viendo nuevos movimientos empresariales y realidades socio-económicos que nos mostraran el enorme impacto que China tiene en el sector cárnico y en la alimentación animal.