Hoy en día, tanto en el ámbito empresarial como económico, tenemos dos palabras que escuchamos o leemos con frecuencia: China y globalización. También esto tiene implicaciones sociales e incluso políticas, ya que parece evidente que el auge del populismo en países como Inglaterra o Estados Unidos tiene una correlación directa con el desempleo derivado del destrozo que la globalización ha provocado en el tejido empresarial de ciertos enclaves geográficos.
Hace unas semanas ya escribí un post sobre el papel que el confucianismo y la diáspora tenían en el desarrollo de China. Una parte de aquel post estaba basado en el interesante libro «China. La trampa de la globalización» escrito por Jean Mandelbaum y Daniel Haber, dos consultores franceses con larga experiencia empresarial conectando un país europeo de referencia como Francia y los países asiáticos.
Hoy vuelvo de nuevo al mismo libro, que aunque solamente tiene 126 páginas,condensa de forma brillante realidades y opiniones sobre hechos claves de nuestro tiempo: la deslocalización, el auge de China y el mundo globalizado en el que vivimos.
El libro todavía me dará para otros posts ya que explica hechos bien diferenciados como la deslocalización de empresas occidentales en Asia, las etapas de la industrialización en China y las consecuencias que todo ello tienen en ambas sociedades. A continuación comparto cinco notas que he subrayado en el libro y que dan para reflexionar:
- China emergerá como la vencedora incontestable, inesperada y afortunada de la globalización. En 2030 China tendrá instalada en su territorio cerca de la mitad de la industria mundial.
- Occidente, motivado por la lógica del beneficio a corto plazo y en detrimento de la perdurabilidad, desmanteló su industria, una de las fuentes esenciales de creación de riqueza.
- La superioridad de Occidente en el plano tecnológico, científico, económico y estratégico era un fenómeno reciente, de unos tres siglos nada más, y debido únicamente a la coincidencia de la revolución industrial y a una época de somnolencia de la civilización china.
- Occidente no ha comprendido que la nueva identidad de China va a permitirle superar la dimensión meramente productiva y volver a ser lo que fue hace dos mil años, un país creativo, lo que quiere decir creador de riqueza.
- El proceso de globalización no es un mal en sí, pero conlleva una evolución hacia determinados límites que no pueden sobrepasarse sin provocar desequilibrios irreversibles. El proceso de la globalización conduce a la externalización y la deslocalización de actividades manufactureras.