He terminado de leer el interesante libro From Global To Local: The Making of Things and the End of Globalisation de Finbarr Livesey, profesor de la Universidad de Cambridge.
Me ha gustado el libro, aborda muchos temas y nos sirve para contextualizar muchas realidades del mundo cambiante en el que vivimos. Quizá se queda corto al abordar algunas áreas que necesitan un poco más de profundidad, pero para ello están otros libros. El trabajo de Livesey nos ayuda a ver diferentes áreas y a entender algunos de los cambios que han acontecido durante las pasadas décadas, y también nos deja intuir algo de lo que viene.
A mi juicio, la palabra globalización tiene muchas lecturas, económicas, sociales, políticas, ambientales. En la globalización influyen infinidad de factores y variables que son necesarias para valorarla. No es lo mismo verla desde una sociedad occidental que ha perdido parte importante de su poder industrial que hacerlo desde algunos países emergentes que gracias a ella han permitido a millones de personas salir de la pobreza y alcanzar la ansiada clase media. Por lo tanto, muchas veces, el vaso puede estar medio lleno o medio vacío dependiendo desde el prisma (la industria o el enclave geográfico) con el que se mire.
Países como Inglaterra y Estados Unidos han sido siempre los abanderados del libre comercio y la globalización, pero es evidente que han visto como su sector industrial sufría enormemente durante las pasadas décadas. Inglaterra fue el motor industrial del mundo durante el siglo XIX, Estados Unidos lo fue durante el siglo XX, hoy en día las cosas han cambiado cuando se mira desde un prisma de las fabricaciones industriales y desde lo que representa para el empleo en sociedades como la inglesa o la estadounidense. No es extraño que extremistas nacionalistas y racistas como Trump en Estados Unidos o Boris Johnson en Inglaterra sean los abanderados de nuevas corrientes políticas que están extendiéndose por el mundo occidental.
Sectores maduros que han sufrido (y sufren) son la automoción, la siderurgia o las fabricaciones de infinidad de productos de consumo. Es evidente que muchas empresas se deslocalizaron durante los años 90 del pasado siglo y durante los primeros años del siglo XXI. La entrada de China en la OMC fue sin duda un catalizador, los menores costes de mano de obra de China fueron un anzuelo que hizo que la economía global se viera sacudida enormemente.
Con la entrada de China en la OMC, infinidad de sectores y enclaves geográficos se vieron afectados, y tanto directa como indirectamente, muchas fábricas en Occidente cerraron y miles de personas perdieron sus empleos. Hay un tema que se debe resaltar aquí, China no fue el único responsable de ello, durante aquellos años de principios del siglo XXI, internet y diversas tecnologías irrumpían con fuerza e infinidad de modelos de negocios y de sectores saltaron por los aires y se vieron transformados radicalmente.
Es decir, la globalización y la tecnología son dos cuestiones que están enlazados directamente con lo que ocurrió, ocurre y ocurrirá en el mundo. Por ello, hay que pesar que el problema de muchos empleos perdidos en Occidente no fue solamente algo provocado por los costos bajos en China, también influyeron la automatización, los robots y la transformación de infinidad de modelos de negocio debido a internet y las tecnologías disruptivas.
En los últimos años han ocurrido nuevos cambios significativos, tanto el mayor coste de la mano de obra en China como los aumentos en el precio del petróleo han hecho que en muchos casos ya no resulte tan rentable eso de fabricar en China. Empresas de países como Estados Unidos, Alemania, Inglaterra o España han cerrado muchas de sus plantas en China y han vuelto a fabricar en sus países de origen (o en otros países cercanos de los alrededores). Es evidente que para muchas empresas ya no resulta rentable fabricar en China, ni por costes, ni por logística, ni por tiempos.
Aunque términos como offshoring y reshoring han entrado en procesos estratégicos e industriales de muchas regiones y empresas (tanto multinacionales como pymes), todavía tiene muchos matices y un largo recorrido, en algunos casos puede ser algo pasajero, en otros ha venido para quedarse. Tampoco debemos olvidaron que en infinidad de productos la cantidad de materiales tiene muchos orígenes, por lo tanto el decir de dónde es un producto es cada vez más complicado.
¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías en la nueva fase de la globalización? En algunos aspectos parece que puede ser importante. La impresión 3D por ejemplo va a afectar a muchos procesos de fabricación y sectores, permitiendo al fabricante o incluso al usuario fabricar en un lugar y tiempo determinado. La industria 4.0 es otro tema de actualidad, países con industria puntera como Alemania o Corea del Sur están implantando unas estrategias para liderar una nueva forma de producir. La irrupción de los robots y la automatización de infinidad de trabajos también nos indica que entramos en una nueva fase de la globalización donde las habilidades técnicas van a ser muy necesarias para poder trabajar. En muchos casos la amenaza no es de países de menor coste de mano de obra, las pérdidas de muchos empleos viene asociada por la tecnología, ya que a medida que el precio de los robots baja su productividad aumenta exponencialmente. Algunos países y empresas empiezan a desarrollar estrategias alrededor de todos esos aspectos, también se reflexiona alrededor de la sostenibilidad y la economía circular como horizonte necesario para poder impactar lo menos posible en un medio ambiente cada vez más maltrecho.
Me quedo con dos referencias de libros que se citan y que quiero leer a corto plazo, son The Entreprenurial State de Mariana Mazzucato y The Second Machine Age de los profesores del MIT Erik Brynjolfsson y Andrew McAffee.
Como dice Jeff Inmelt (CEO de General Electric): In the future sustainable growth will require local capability inside global footprint.