Hace un par de semanas terminé de leer el interesante libro China´s Asian Dream de Tom Miller, un libro que sin duda me dará para algunos posts. Durante los últimos años ha empezado a sonar con fuerza todo lo que tiene que ver con el resurgimiento de la Ruta de la Seda, un ambicioso proyecto promovido por China, primero bautizado con el nombre de One Belt One Road y posteriormente ya perfectamente definido y aceptado como la iniciativa Belt and Road.
Se puede decir que más allá del nombre de marras, es una especie de Plan Marshall promovido por China, que afecta a infinidad de países en varios continentes, y las cifras económicas que se están barajando en inversiones y proyectos son desorbitadas.
La iniciativa llega en un momento clave para China, y su impacto y repercusión afecta a países de todo tipo, teniendo un alcance masivo en lugares de Asia Central y el Sudeste de Asia, pero también en Europa, a donde regularmente llegan trenes provinientes de China.
China ha puesto la iniciativa Belt and Road como una hoja de ruta que va ligado a sus planes de futuro, tanto a su expansión global como al sueño chino, a su plan China 2025 o a las repercusiones que tendrá el final de ciclo que se producirá en 2049 con el centenario de la República Popular.
Los eventos alrededor de la nueva Ruta de la Seda empiezan a ser constantes, ejemplo de ello es que en Junio del presente año se volverá a celebrar una cumbre por todo lo alto en Hong Kong alrededor de la Belt & Road.
El tema económico de la iniciativa Belt and Road tiene un impacto enorme para China y para sus empresas, su modelo está cambiando rápidamente, de ser un lugar dedicado masivamente a la fabricación de productos de bajo coste se está pasando a otro modelo mucho más basado en el consumo, y es ahí donde entra de lleno la salida natural de sus empresas al exterior y la apuesta del gobierno chino y de sus entidades financieras de hacer un macroproyecto global bajo el paraguas de un nombre determinado que le sirva como referente y guía.
No debemos olvidar la importancia de muchos de los movimientos comerciales y geoestratégicos que China ha realizado últimamente, desde el puerto del Pireo en Grecia (clave para la entrada de productos chinos en Europa) a Gwadar en Pakistán, Hambantota en Sri Lanka y Yibuti en el Cuerno de África, siendo este último la primera base militar de China en el exterior.
La iniciativa Belt and Road no está exenta de recelos, como los que tienen los teóricos rivales de China, Estados Unidos, Japón o India principalmente, países que ven con cierta desconfianza los proyectos promovidos por Pekín, con el nuevo liderazgo regional de China en Asia y su más que evidente expansión global.
Desde un punto de vista plenamente financiero no debemos olvidarnos tampoco del contrapeso que empiezan a tener dos instituciones financieras creadas por China: el Banco AIIB y el Silk Road Fund, dos realidades que ya empiezan a ser vistas como un contrapeso real a las instituciones financieras lideradas por Occidente, el Banco Mundial y el FMI.