Durante los pasados cinco años hemos sido testigos del colapso de muchas cosas, la burbuja inmobiliaria fue una de ellas y constituyó una buena parte de los males que estamos sufriendo en la actualidad. La cultura del ladrillo, del pelotazo o del dinero fácil fue algo que miles y miles de ciudadanos aprovecharon en aquella época de vacas gordas. Comprar viviendas para especular, grandes endeudamientos para poder tener piso, coches de alta gama y una vida alejada de la realidad fueron alguna de esas realidades que todos vimos en nuestras calles.
Y es que todo era sencillo, para eso estaba el banco con créditos a cuarenta años, casi nadie pensaba en que todo eso estaba construido sobre arenas movedizas. Algunos quizá lo pensamos, pero fuimos vistos como extraños, ya se sabe aquellos dichos populares que decían cosas como que la vivienda nunca baja o que el vivir de alquiler era tirar el dinero.
Ahora incluso te dicen que es sencillo verlo a toro pasado, pero lo cierto es que algunos ya lo intuimos hace una década, cuando íbamos a la universidad en bicicleta y transporte público mientras que los parkings de la Uni estaban llenos de Audis o Golfs nuevos y relucientes. Pero hoy no quiero hablar de la crisis ni de la burbuja del ladrillo, de eso ya se ha hablado mucho últimamente y en verdad hay que pasar página. Hoy me quiero centrar en otra burbuja que llevo unos años observando, la que se ha formado alrededor de la innovación y el emprendizaje, dos palabras nobles en su esencia, pero que como en tantas cosas debido al mal uso y a la repetición constante de las mismas han hecho que sean malgastadas.
Hasta hace bien poco bastaba con poner la palabra innovación para atraer a las moscas y con ella al dinero , bien fuera para hacer cursos, para recibir subvenciones o para alardear de que nuestra empresa está en la onda innovadora. Como en la burbuja del ladrillo el dinero estaba (y está aunque cada vez menos) moviéndose de un lado para otro pero sin generar riqueza. Charlas, conferencias, congresos, jornadas, proyectos y una red abismal de expertos acechando para reflejar las bondades de innovar para crecer, ganar dinero y sobrevivir sin problemas en ese mar complejo llamado globalización. En el gallinero entre el público miles de personas esperando encontrar la respuesta mágica y la inspiración divina que cambie sus vidas.
Pero resulta que de la teoría a la práctica hay un abismo, hablar de las bondades y de los casos de éxito era lo que se proyectaba y se sigue proyectando. Mirar el ejemplo de x para ver lo sencillo que resulta, salir de vuestro letargo y despertar vuestra vena innovadora, el mercado y la cuenta bancaria os lo agradecerá, es chupado chavales. Y abundaban los casos de lo sencillo que es, para eso tenemos ejemplos de gigantes como Apple, Google, Facebook y otras multinacionales (casi siempre últimamente alrededor de internet). Y así el anzuelo estaba servido y los peces iban cayendo en la red, resultaba demasiado fácil y cool eso de innovar para salir del letargo y la jodida e implacable disminución de ventas.
Luego pasamos a una crisis exponencial, donde se destruía empleo a miles gracias a la burbuja y a las nefastas políticas que se acoplaban a otras realidades complejas del mundo empresarial y socio económico. La salvación era emprender, necesitamos emprendedores a miles, y eso a fin de cuentas empezaba a acoplarse a aquella otra palabreja llamada innovación, encajaban la mar de bien y se solapaban perfectamente. Nuevos cursos, proyectos, subvenciones, formas de hacer y claro otra red de expertos que sabían del tema. La bola de nieve sigue girando y el dinero fluye de aquí para allá, aunque uno se preguntaba si en los lugares donde se innova y emprende de verdad tienen charlas, eventos y congresos cada semana.
La palabra emprendedor pasó de la nada a estar en boca de todos, administraciones, universidades y lamentablemente en la de los politicos. Y es que visto el duro panorama laboral la desfachatez de la infame clase política corrupta incluso llegó a meter en campaña electoral lo de emprender e innovar para decir que se sacaría una supesta ley de emprendedores (que curiosamente todavía sigue sin salir entre las telarañas del poder y las montañas de promesas incumplidas) .
En fin, ruedas de molino que giran para volver al mismo lugar una y otra vez, para tener entre medias millones y millones de euros en juego. Pero solamente se hablaba de lo bueno y bonito sin mostrar ni hacer leer la letra pequeña de las palabrejas innovar y emprender. Nadie comenta ni por asomo el paralelismo con el riesgo , con eso tan normal de llenar la despensa a fin de mes o de que no todo resulta tan sencillo como se dice en esos cursos, eventos y congresos.
La palabra empresario se dejó de lado, todos querían ser cool, y para ello el caso era ser emprendedores e innovadores o estudiar para serlo.Ir en camiseta y zapatillas parejo siempre a un ordenador con una manzana medio mordida resultó ser la quinta esencia del futuro y el modelo que muchos replicaban como si de una moda se tratase. Pero como suele pasar en muchos juegos de tahures nadie nos dijo que las cartas estaban marcadas y que la realidad de la calle era bien dura y jodida.
Esos que inspiraban a muchos resultaron estar tocados por una varita mágica que en muchos casos no nos contaban la cara b de la partida, quizá porque ellos vivían de ello y tenían sueldo a fin de mes asegurado decían aquello de a emprender chavales. No se mostraba la dura realidad , esa que lleva al fracaso, a la lista del paro, al pago de autónomos aunque no factures nada ese mes. Nadie nos dijo que era muy jodido llegar a la meta y conseguirlo al toparse con una realidad compleja y cambiante. Una jungla de realidad donde el producto o servicio puede ser la caña, pero que por razones diversas , casuales y complejas no resultan atractivos o reales para un mercado y unos clientes determinados.
Viajes a Silicon Valley a todo trapo de muchos, desde políticos, Cámaras de comercio, asociaciones de empresas o estudiantes. Visitar y tuitear lo bonito que es el Google complex y contar lo bonito que es aprender en la meca de la tecnología durante una semana tras soltar obviamente miles de mortadelos . Todo con la mirada puesta en el futuro claro, para luego crear un nuevo Valley en nuestro terruño donde florezca el dinero y todos seamos felices. Mientras los que verdaderamente emprenden e innovan de verdad están muchas veces sin alzar la voz, encerrados trabajando y luchando en un mar tenebroso y macabro donde navegan con ilusión, pero son conscientes de que tienen muchas posibilidades de que el barco naufrague.
El dinero fluye de un lado de nuevo pero las cartas marcadas no explican que todo tiene una explicación, aquel valle tiene más de un siglo de tradición emprendedora y multicultural donde tanto el riesgo como el fracaso son aceptados e incluso valorados. Nadie se molesta ni siquiera en quitar el apellido Valley para evitar comparaciones odiosas y bajar de la nube para explicar que la conexión de allí es entre el mundo de la empresa con dos de las mejores Universidades del mundo como Berkeley y Stanford. Nadie se para a pensar que para que una nueva empresa florezca allí nueve se han quedado en el tortuoso camino. Pero como en otras facetas de la vida y en grandes pelotazos de nuestra sociedad a nadie le importa los que se quedaron, solamente queremos ver los éxitos y los ganadores para así aprender de ellos y con ello ser los super innovadores-emprendedores que se comen el mundo.
Las imágenes de Steve Jobs con su genial discurso en Stanford emocionan y nos trasladan a todos a un mundo feliz donde todo parece posible, el éxito del emprendedor se pasea por congresos y eventos como si fuera una atracción de feria. Aquí tenéis a uno que fue al valle y ha triunfado, o mirar al emprendedor de vuestro pueblo o ciudad, habla vuestro mismo idioma y sin acabar la carrera ya factura cientos de miles de euros a grandes multinacionales.
Todo en camiseta y zapatillas claro, pues el empresario vecino de la esquina va en camisa y montó su empresa cuando había televisión sin mando a distancia. Miramos al de la camiseta y las zapatillas que muchas veces no genera riqueza real, y nos olvidamos del que da de comer a veinte familias de nuestro pueblo. El pobre vecino no es un tipo cool y se llama Pepe o Manolo que no tiene perfil ni página en facebook, solamente es un empresario o autónomo que se rompe los cuernos de sol a sol para que esas familias puedan seguir cobrando una nómina y comiendo cada mes.
Emprender y ser libre, innova o muere nos dijeron unos que esconden la mano cuando ahora se lanzan miles de piedras a un estanque vacío donde tan solo había una burbuja más que nos hizo más pobres y estúpidos. Siempre hubo justos en Gomorra, pero la burbuja sigue su curso, es parte del gran juego que mueve los hilos de un sistema podrido.