Actualmente y en pleno año 2014 vemos como el mundo navega en aguas turbulentas. Convergen demasiadas cosas en estos tiempos, por un lado la globalización y por otro una revolución tecnológica que ha cambiado infinidad de sectores y modelos de negocio. Si el siglo XX fue atlántico, parece claro que Europa va perdiendo poder en el escenario global y que parte de la nueva realidad va girando a otras latitudes como Asia. Los Estados Unidos en cambio siguen con un liderazgo que se apoya de lleno en su poder bélico, en tener las mejores universidades y en seguir siendo el lugar donde se siguen reinventando sectores, sin olvidarnos de su dominio tecnológico e internet.
Por todo ello y por la compleja crisis económica parece un poco desfasado seguir hablando de mercados emergentes, pues muchos son ya una realidad. Hace unos años se puso por etiqueta la definición de BRIC para hablar de Brasil, Rusia, India y China.
Estos cuatro países forman un combinado lleno de diversidad y que basa su importancia global en factores totalmente diferentes. De los cuatro países BRIC he podido pisar el terreno en tres de ellos (India, China y Rusia) y desde hace años sigue de lleno todo lo que acontece en ese escenario.
El nuevo marco global va muy conectado con los acontecimientos y realidades de esos cuatro países. A modo de notas voy a dejar algunos chispazos sobre el presente y futuro de esos países llamados BRIC.
- Brasil puja con fuerza en diversos sectores de materias primas, pero también en sectores como la automoción o la energía. En los próximos años va albergar acontecimientos deportivos de primer orden como la Copa del Mundo de fútbol en 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. Entre sus carencias y limitaciones está la pobreza, las desigualdades sociales, la corrupción y las debilidad en su red de infraestructuras. Las recientes protestas sociales muestran como la población empieza a estar cansado de unos gobiernos que han dado demasiada importancia a esos grandes espectáculos de masas, pero que han dejado de lado los servicios sociales de su población. A poco que uno hable con personas de Brasil puede observar el enorme endeudamiento de una población tremendamente consumista y que vive a crédito.
- Rusia: Tras la caída de la Unión Soviética y con una década de los 90 cargada de tensiones políticas, su economía se fue reconvirtiendo desde la ruina a un sistema basado en los hidrocarburos y minerales. El estilo político ha pasado del comunismo a una economía de mercado que en los primeros años de democracia estuvo bajo el poder de los oligarcas. En la actualidad ha pasado a ser un país dominado por la mano de hierro de un Putin que para muchos rusos ha sido la persona que ha vuelto a poner al país en el tablero internacional. Su poder sigue muy vinculado a su potencial militar, pero también a sus enormes recursos naturales que siguen poniendo a Rusia muchas veces frente a Europa y a Estados Unidos.
- India: Su caótica estructura social y las desigualdades sociales han ido parejos a un país con un enorme potencial en áreas tecnológicas. Si primero fue un país centrado en el outsourcing, hoy estamos ante un país que ha sido visto como una gran oportunidad para la implantación de empresas globales. Las realidades de India son muy complejas y parece que su crecimiento se ha ralentizado en los pasados dos años.
- China: Convertida ya en la segunda potencia mundial y con paso firme hasta convertirse en la primera economía del planeta. Pero esa nueva pujanza económica va con muchos peros e interrogantes, entre ellos la dictadura del partido comunista, las desigualdades campo-ciudad, el genocidio ecológico constante o la ausencia de muchas libertades básicas.La presencia global de empresas chinas y su apetito voraz de materias primas ha ido creando una actitud de rechazo hacia las formas de un sistema sostenible.
La etiqueta BRIC creada por Jim O´Neill parece ya algo con poco recorrido, el propio autor ya habla de los países MINT (México, Indonesia, Nigeria y Turquía) . Otros autores y estudios hablan de nuevos países bajo el término de EAGLES. Pero más allá de los nombres y etiquetas lo que parece claro es que estamos ante un nuevo paradigma global.