Hace unos días reseñaba el libro Prisioneros de la Geografía de Tim Marshall y ya comentaba que haría varios posts al respecto. La verdad es que se trata de un libro que abruma en información de calidad, abarcando infinidad de temas.
Durante las próximas semanas iré compartiendo algunos posts sobre el libro, apoyándome en algunas de las notas y subrayados que he hecho del mismo. Para ir entrando en detalles de los capítulos y de las consiguientes zonas geográficas, empezaré por China.
Si hay algo que puedo decir de China es que es un país que nunca deja indiferente, para bien o para mal impresiona. A China he estado viajando con regularidad desde hace casi una década, tanto por trabajo como con mi mochila.
Pese a sus muchos problemas (políticos, sociales, ambientales) la verdad es que debo decir que China siempre me ha fascinado como civilización y país. Mi pasión e interés por China es transversal y toca temas muy diversos: cultura, historia, sociedad, gastronomía, política, turismo, y también a nivel económico y empresarialmente
Para ver las enormes diferencias entre Occidente y China me ha gustado mucho el comentario del autor: los chinos contemplan la sociedad de un modo muy diferente a como lo hace Occidente. El pensamiento occidental está marcado por los derechos del individuo. El pensamiento chino aprecia lo colectivo por encima de lo individual. Lo que Occidente considera que son derechos fundamentales del ser humano, China lo interpreta como teorías amenazadoras que ponen en peligro a la mayoría. Y una gran parte de la población china acepta de buen grado que, como mínimo, la familia está antes que el individuo.
Hace unos días que acabo de regresar de un par de semanas trabajando por China e India y de nuevo he pasado por las fascinantes Beijing, Shanghai y Hangzhou, tres grandes megalópolis cuya transformación es un buen reflejo de la China del siglo XXI.
A continuación comparto algunas de las muchas notas que nos deja el libro sobre China, un país tan fascinante, como inabarcable y único:
- China es una civilización que finge ser una nación.
- China se encuentra en un callejón sin salida. Para el proceso de modernización y de mejora del nivel de vida de sus ciudadanos necesita seguir avanzando en términos industriales, pero es este mismo proceso el que pone en riesgo la producción de alimentos. Si no consigue resolver el dilema, le aguardan inestabilidades.
- Hasta hoy, China nunca ha sido una potencia marítima. Sus grandes extensiones de tierra, múltiples fronteras y cortas rutas marítimas con sus socios comerciales no lo han hecho necesario, y además el país rara vez ha dado muestras de una ideología expansionista.
- China ha sido tradicionalmente una potencia terrestre, con una enorme cantidad de tierra y de gente (su población ronda hoy los 1.400 millones de personas).
- El río Amarillo es para China lo que el Nilo para Egipto: la cuna de su civilización, el lugar donde sus moradores aprendieron a cultivar la tierra y a fabricar papel y pólvora.
- Los Han constituyen hoy más del 90 por ciento de la población china y están al frente de la política y de los negocios del país.
- La llanura del Norte de China supone el centro de gravedad político, cultural, demográfico y, de forma no menos crucial, agrícola. Alrededor de 1.000 millones de personas viven en esta parte de China, pese a que su tamaño es la mitad del de Estados Unidos, cuya población es de 322 millones.
- Los líderes chinos se oponían a cualquier forma de presencia estable de los europeos, pero fueron abriendo gradualmente las regiones costeras para el intercambio comercial. Hoy sigue siendo un rasgo propio de China el hecho de que, cuando el país se abre, las regiones del litoral prosperan mientras que las zonas del interior quedan desatendidas.
- La prosperidad que ha reportado el comercio ha enriquecido a ciudades costeras como Shanghái, pero estos beneficios no han llegado a las zonas rurales. Esto ha contribuido a las movilizaciones masivas de gente hacia las áreas urbanas y ha acentuado las diferencias regionales.
- Si nos fijamos en las fronteras modernas de China, vemos a una enorme potencia que se siente segura gracias a sus características geográficas, por cuanto facilitan una defensa y un comercio eficaces. .
- Cualquier expansión de China hacia el norte no se producirá por la vía militar sino por medio de acuerdos comerciales, pues está intentando adueñarse de los recursos naturales de Mongolia, ante todo los minerales. Esto acarreará un aumento del flujo migratorio de los Han a Mongolia.
- La frontera de China con Rusia. La población de Manchuria es de cien millones y sigue creciendo. En contraste, el Extremo Oriente ruso cuenta con menos de siete millones y no hay indicios de repuntes demográficos.
- A lo largo de los siglos, los intercambios comerciales entre China y la India han sido mínimos y no hay señales de que la situación vaya a cambiar en breve. Por descontado, la frontera auténtica es la que conforman el Tíbet y la India, lo que precisamente explica que China haya querido siempre controlarla.
- Las fuentes tibetanas de tres de los mayores ríos chinos —el río Amarillo, el Yangtsé y el Mekong—, de aquí que al Tíbet se lo conozca como «el depósito de agua de China».
- Antes, la mayor parte de la población de Manchuria, Mongolia Interior y Sinkiang era étnicamente manchú, mongol y uigur, mientras que hoy las tres cuentan con mayoría Han de China, o la rozan. Lo mismo ocurrirá con el Tíbet.
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