Hace un par de semanas terminé el libro » The Food Wars» de Walden Bello. El libro me parece una obra imprescindible que ayuda a entender muchos problemas y realidades del mundo en que vivimos. Durante los pasados años se ha producido un aumento de los precios de alimentos básicos, provocando con ello no solamente crisis humanitarias, también fueron una de las causas de enormes protestas sociales e incluso de los miles de suicidios de agricultores en India que no podían pagar las deudas que arrastraban. Todo ello ayuda a entender una temática vital del mundo y que suele ser de vital importancia pues todos los seres humanos necesitamos comer todos los días.
A lo largo del libro también aparecen las desastrosas políticas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, políticas que llevaron al desastre a países de Asia ( Filipinas), América (México) y obviamente varios del continente africano. Dichas políticas llevaron al absurdo y dichos países sufrieron ( y sufren) de tal manera que sus producciones locales se ven dañadas y con unos aumentos de precios espectaculares.
Pero si hay un tema que hace reflexionar son las comparativas entre la agricultura tradicional y artesana frente a los grandes conglomerados e intereses que conforman la agricultura industrial para la exportación.
La agricultura tradicional sostenible tiene una enorme carga social y cultural que va enfocada principalmente al consumo local, regional o nacional. Sus intereses son sencillos y se basan en alimentar a poblaciones de entornos cercanos, nada tiene que ver con la otra agricultura, la que gasta enormes cantidades de energía en transportar alimentos a miles de kilómetros.
La agricultura tradicional va ligada a variedades que son locales , llevan una larga tradición y sabiduría popular que ha permitido conservar una enorme riqueza de biodiversidad. Las rotaciones de cultivos hacen que los suelos sean fértiles y que en la mayor parte de los casos también los rendimientos de las producciones sean superiores al de la agricultura industrial. Por su parte, dicha agricultura industrial está controlada por grandes multinacionales y lobbies que se basan la mayor parte de las veces en el monocultivo, ejemplos claros de ello son el de la soja en Brasil y Argentina, cultivos que están destinados a la exportación y que merman la calidad de los suelos, de las aguas, y que destruyen bosques y la biodiversidad.
La agricultura tradicional va perdiendo poder durante las pasadas décadas frente al enorme poder de los grandes conglomerados agroindustriales que controlan una gran parte de las semillas, fertilizantes y fitosanitarios.
La nueva realidad global hace que aspectos como los biocombustibles sean interpretados más como un nuevo problema que como una solución. Los biocombustibles son controlados mundialmente por grandes multinacionales y en muchos casos van controlados y regulados por los gobiernos ( principalmente de Estados Unidos y de Europa) de tal manera que han creado enormes problemas en muchos países en desarrollo. Se nombra también obviamente el caso de Brasil y sus particularidades propias con los biocombustibles que vienen de la caña y que no pueden ser replicables en otras partes del mundo.
Y ante todos esos problemas surgen también movimientos sociales y asociativos como Vía Campesina: La Vía Campesina es el movimiento internacional que agrupa a millones de campesinos y campesinas, pequeños y medianos productores, pueblos sin tierra, indígenas, migrantes y trabajadores agrícolas de todo el mundo. Defiende la agricultura sostenible a pequeña escala como un modo de promover la justicia social y la dignidad. Se opone firmemente a los agronegocios y las multinacionales que están destruyendo los pueblos y la naturaleza. La Vía Campesina comprende en torno a 164 organizaciones locales y nacionales en 73 países de África, Asia, Europa y América. En total, representa a alrededor de 200 millones de campesinos y campesinas. Es un movimiento autónomo, pluralista y multicultural, sin ninguna afiliación política, económica o de cualquier otro tipo.
Y como bien dice Vía Campesina: La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos sanos y culturalmente adecuados, producidos mediante métodos sostenibles, así como su derecho a definir sus propios sistemas agrícolas y alimentarios. Desarrolla un modelo de producción campesina sostenible que favorece a las comunidades y su medio ambiente. Sitúa las aspiraciones, necesidades y formas de vida de aquellos que producen, distribuyen y consumen los alimentos en el centro de los sistemas alimentarios y de las políticas alimentarias, por delante de las demandas de mercados y empresas.
Por todo ello, un libro fantástico que recomiendo, pues nos ayuda a comprender una de las mayores problemáticas de nuestro mundo.