Durante los últimos meses, los medios de comunicación han sacado a la luz numerosos escándalos educativos de políticos, con sus titulaciones universitarias o estudios de postgrado regalados. Al final, nada nuevo bajo el sol, gente con poder usando su privilegiada situación para rellenar e inflar su CV.
Como he dicho muchas veces, a pesar de haber pasado por el sistema educativo formal, soy muy crítico con muchas de las formas de hacer que tiene, incluyendo a Universidades y a Escuelas de Negocios.
No seré yo el que vaya de experto en educación y que pueda decir cómo deben ser los posibles cambios en los centros educativos, pero lo que está muy claro es que no me gusta demasiado el formato tradicional. Durante toda mi vida me he sentido mucho más comodo aprendiendo a mi ritmo, de forma autodidacta y pisando la calle con mis viajes. Soy reacio a volver a sentarme en un aula durante meses a escuchar, desde hace años he decidido seguir aprendiendo por mi cuenta, en base a mi experiencia y leyendo muchos libros, también haciendo cursos en Coursera que me llevan un par de meses.
En mi forma de aprender, una gran parte se debe a la lectura, sí, a eso de leer libros, práctica que he mantenido a pesar de usar la tecnología y acceder a información que hay en internet. Aunque valoro mucho lo que leo en la red, ya sea en blogs, webs, portales temáticos o Wikipedia, cada vez siento más la necesidad de desconectar de la tecnología, abstraerme y dedicar un preciado tiempo a la lectura.
Desde mi tierna infancia, me gusta mucho leer libros, tanto propios como de las bibliotecas públicas. Pienso que en estos tiempos que vivimos, una buena parte de la información es instantánea, fugaz y breve, y es posible que el acto de sentarte a leer, subrayar y profundizar sea más necesario que nunca.
Curiosamente, la lectura no es nada valorada ni en los centros educativos ni en el mundo empresarial. A veces pienso que algo hacemos mal como sociedad cuando eso ocurre, cuando ni en la Universidad ni a ninguna empresa le importa un rábano que leas y adquieras conocimiento, pues lo único que importa es que sigas engrasando la máquina del sistema. Para una buena parte de la población, el acto de la lectura es al final un acto personal e individual, y para algunos como es mi caso, la lectura es un acto de disfrute, de querer seguir aprendiendo y viviendo.
Hace unos días fue el Día de la Biblioteca, no conozco mejor inversión que ir y sacarte el carnet de la biblioteca de tu pueblo o ciudad. Ahora que vivo en Singapur, disfruto cantidad acercándome a su extraordinaria red de bibliotecas públicas. Y es que al final, sea en el país que sea, valoro como pocas cosas ese espacio democrático por naturaleza que son las bibliotecas públicas.
En Singapur como antes en otras ciudades, voy a la biblioteca feliz, en un acto de exploración y búsqueda en el que muchas veces encuentro libros al azar que para nada esperaba, son temáticas de todo tipo, muchos relacionados con Historia y Asia, pero también hay espacio para los viajes, el Management o la tecnología. La lectura es una de mis formas de seguir aprendiendo, es casi un acto de rebeldía en los tiempos que corren. Leer y seguir viviendo, quizá hasta forme parte de ese algo que ahora llaman en inglés como lifelong learning…