La semana pasada falleció Dean Smith, para la gente que no sigue el baloncesto quizá no les diga nada el nombre, pero era toda una leyenda. El bueno de Dean Smith fue ni más ni menos que el mentor de Michael Jordan, el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos y quizá también el mejor deportista. El legendario entrenador de la Universidad de North Carolina era querido y respetado más allá de los círculos del deporte de la canasta. Además de su enorme talento y conocimiento del baloncesto, era una persona entrañable y querida con una serie de valores que pueden ser replicables a muchas facetas de la vida.
Siempre he sentido algo especial por el basket, de pequeño jugaba mucho, y conforme he ido creciendo siempre he seguido de cerca el deporte de la canasta, tanto en Europa como en Estados Unidos. El basket creo que es una buena escuela para conectarlo con otras facetas de la vida o de la empresa, y para ello nada como aprender de las numerosas lecciones que nos han dejado (y dejan) algunos de sus grandes entrenadores.
Tengo un libro del propio Dean Smith sobre su particular forma de dirigir el talento y a las personas, se da la casualidad de que estoy leyendo con calma dos libros de otros legendarios entrenadores: Coack K y Phil Jackson. En ambos casos, y mucho más allá del deporte, se reflejan aspectos emocionales y personales que ayudan a entender el trabajo en equipo, el liderazgo y los diferentes roles dentro de las organizaciones.
Sobre Dean Smith, destacan su labor como educador y como persona comprometida con la comunidad.
Como educador: Dirigió durante 36 años al equipo de la Universidad de Carolina del Norte, entre 1961 y 1997. Se retiró con un palmarés de dos títulos, 11 presencias en las Final Four, 879 victorias con un porcentaje ganador del 77%. Pero él estaba tanto o más orgulloso de otro porcentaje: el 96,6% de los jugadores a los que dirigió obtuvieron también el graduado universitario.
El propio Michael Jordan afirmó «Además de mis padres, nadie ha tenido tanta influencia en mi vida como el entrenador Smith. Fue más que un entrenador para mí -fue mi mentor, mi maestro, mi segundo padre-. Siempre estuvo ahí cuando le necesitaba y por ello le amaba. Mientras me enseñaba a jugar al baloncesto, también lo hacía con mi vida».
El propio presidente Barack Obama premió a Dean Smith en noviembre de 2013 con la Medalla Presidencial de la Libertad, el más alto galardón civil que se concede en Estados Unidos, y elogió su coraje para ayudar a cambiar el concepto sobre las relaciones raciales existente en el país.
En unos convulsos tiempos en los que el deporte y el mundo han perdido muchos valores, es bueno recordar el mensaje de Dean Smith con la ética y honor que le caracterizó a lo largo de toda su vida. Descansa en paz Coach Smith.