He estado dos semanas trabajando en China, visitando clientes en Guangzhou, Shanghai, Hangzhou y Shenzhen. Tambien, la semana pasada he terminado el curso Selling to Chinese Consumers, uno de los cuatro cursos que me he propuesto hacer este 2024 en la especialidad Doing Business en China de The Chinese University of Hong Kong.
Como suele ser habitual, los viajes, experiencias y aprendizajes sobre China no dejan a uno indiferente. Se acumulan sensaciones que van desde la sorpresa, el cansancio o los estímulos variados.
Desde mi primer viaje a China en 2009, muchas cosas han cambiado en el país. Creo que más allá de lo que ha ocurrido con la pandemia del Covid, hay innumerables cambios tecnológicos, económicos, sociales o geopolíticos que afectan al país.
La sensación que siempre me llevo de China es que las cosas van cambiando demasiado rápido, con unas velocidades y escalas que a veces son complicadas de asimilar en Occidente. También siento que últimamente, las realidades de Occcidente y de China van en direcciones opuestas, y no solamente se trata de internet, la tecnología o la política.
Es probable que las generaciones nacidades en las últimas dos décadas sientan la tecnología como propia, tanto en China como en Occidente, pero lo que está claro es que hay niveles de adaptación (por fuerza mayor o necesidad) que van a velocidades dispares. Si bien hace tiempo que los pagos en metalico ha pasado a mejor vida en China, también es cierto que la implantación de los coches eléctricos o las ventas masivas por internet han transformado muchas cosas, desde el crecimiento exponencial de muchas empresas hasta el cierre o la casi desaparición de muchas otras.
Tras el Covid he ido tres veces a China por trabajo y he visto como muchos lugares que conocía han desaparecido, incluyendo algunos de los restaurantes familiares en los que solía cenar. También gente que conocía ya no está allí, evidenciando la fuga masiva de ciudadanos occidentales que vivían en China, tanto por motivos personales como profesionales.
Sin enrollarme demasiado, me gustaría compartir algunas notas que he tomado del curso Selling to Chinese Customers. Creo que son muy interesantes y pueden aplicarse a muchos sectores:
- El auge de la clase media en China hace que siempre existan numerosas oportunidades, aunque encontrar el nicho y la oportunidad sigue siendo complejo.
- La desigualdad también está aumentado en China, no solamente en Ocidente.
- El cliente chino es muy marquista, aunque su flidelidad a la marca es muy baja. Mucha gente en China compra ciertas marcas por status.
- Hay una atracción desmesurada por el lujo, tanto el exclusivo como el asequible.
- La diferencias en China son extremas, dependiendo de la ciudad, edad o canal de venta.
- El ciclo de los productos es extremadamente rápido en China.
- El cliente en China no es fiel a las marcas, eso es algo que cuesta asimilar a las empresas occidentales.
- Algunos clientes chinos buscan los beneficios del producto y lo que está detrás de la marca, pero es complejo encontrarlos y fidelizarlos.
- La complejidad de la venta multincanal en China es my acusada, hay una enorme disparidad entre el canal online y el offline.
- Para vender en China, hay una necesidad imperiosa de tener estrategias online.
- Hay notables diferencias entre el cliente urbano de China. Dependiendo del producto o sector, puede haber una gran diferencia entre el cliente de ciudades de primera (Pekín, Shanghai, Shenzhen o Guangzhou) con respecto al de ciudades de tercera o de cuarta.
- El Guanxi y las relaciones personales siguen siendo clave para hacer negocios en China.
- Las empresas occidentales que quieran vender en China, necesitan un dinamismo, flexibilidad, rapidez y capacidad de adaptación a los continuos cambios que ocurren en China, algo que es muy complejo.